martes, 16 de mayo de 2017

"TROPEZAR NO ES MALO"

A menudo nos equivocamos, tropezamos y caemos, y en un gran número de ocasiones les hacemos daño a los que tenemos alrededor. Pero, ¿a quién no
Tropezar
le ha pasado esto alguna vez? ¿Quién no se ha equivocado?  Sorprende mucho la facilidad que tiene el ser humano de señalar los pecados o los errores de los demás, olvidando con demasiada rapidez los suyos propios. Nos gusta apuntar con el dedo índice a quien ha errado, elevarnos en el púlpito de la moral y juzgarlo…. ¿quiénes nos creemos que somos? Los errores son eso, errores. Y no defiendo que haya que tomarlos con ligereza ni restarles la importancia que se merezcan, pero no han pasar de ahí, de lo que son. Debemos asumir que las personas se equivocan, por mucho daño que nos hagan, por mucho dolor que sintamos. Es posible que optemos por el olvido, por la enemistad o por el silencio más absoluto hacia esa persona, pero ciñámonos al error. Y no pido que perdonemos, ni que condenemos, sólo que no elevemos el error a la categoría de delito o losa lapidaria.
Nos encanta avergonzar al que se ha equivocado. Disfrutamos hablando de él, a veces con magnificencia e incluso en ocasiones con fingida compasión.  Y aquéllos que cometemos los errores, dejamos que nos hagan eso, caminamos con la cabeza gacha y sentimos un síndrome de “manía persecutoria” creyendo que todos hablan de lo mal que lo hemos hecho…Pero a ninguno nos da por pensar si esos que nos juzgan, jamás han cometido errores, si ellos no tendrán mucho más que callar que nosotros, o si nuestra dignidad, nuestro orgullo, sigue intacto, aunque a veces falle y cometa errores. 
Tropezar no es malo, es más, nos da la posibilidad de levantarnos, algo que sin duda nos dignifica, nos hace crecer como personas y nos fortalece el alma. Nos hace sentir experiencias nuevas y nos convierte en seres sensibles, capaces de llegar a la humildad a través del arrepentimiento. Lo que sí es malo es enamorarse de la piedra, fijar nuestro ser en la oscuridad y lo tenebroso de algunas almas humanas, sin buenos sentimientos, sin nada que aportar, ajenos al perdón, reacios tocar los corazones con las yemas de los dedos… Almas que, por cierto, a menudo  ríen a carcajadas cuando los demás tropiezan….

El arte de vivir


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